La mentira de la sobrepoblacion
En algunos medios de comunicación hemos escuchado noticias que refuerzan la idea de que los seres humanos estamos «infestando» el planeta como parásitos, y que existe una sobrepoblación en el mundo, por la que no tendremos recursos suficientes para todos.
Un estudio que publica The Lancet:
El pico de población se alcanzará en la década de 2060, con 9.700 millones.
Y a partir de ese momento, la humanidad se irá reduciendo lentamente hasta quedarse en los 8.800 en 2100
Cuando en realidad, es todo una parte de su plan para empujar la agenda del nuevo orden mundial y reducir la población para «salvar la Tierra».
La verdad es que si los más de 7 mil millones de personas que habitan la Tierra estamos juntos y congregados en la misma ubicación, llenaríamos sólo el estado de Los Ángeles de Estados Unidos.
Si a todas las personas en el mundo se le diera una pequeña casa con patio y estuvieran también reunidas en la misma ubicación, se podría llenar sólo los estados de Texas, California, Nuevo México y habría espacio de sobra
en VARIOS PAISES EUROPEOS o en EE.UU.
DESCENDERA ESTREPITOSAMENTE
LA POBLACION:
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Thomas Malthus y la mentira de la superpoblación
El autor de la mentira de la sobrepoblación, era un matemático británico. Su obra más estudiada fue publicada por primera vez alrededor de la década de 1700. En ella declaró: la sobrepoblación destruiría el mundo a menos que la guerra, el hambre, la enfermedad se adelantara.
Asia es el continente que más la ha recortado en este siglo
Vivimos en un mundo con más desigualdades económicas que nunca y a pesar de eso, también es cierto que vivimos en un mundo con muchísima menos hambre,
Estamos siendo testigos de la mayor reducción de la pobreza extrema desde que el Homo Sapiens apareció sobre la Tierra, hace unos 100.000 años.
Según su teoría, cuando la población aumenta, la producción de alimentos aumenta también, a continuación, la producción de alimentos ya no sería capaz de seguir el ritmo de la población. …..todo lo contrario.
Después se declaró que el mundo estaría sin alimentos para el año 1890.
Es evidente que no estaba en lo cierto y sin embargo seguimos viendo sus principios aplicados en la actualidad.
¿Tenemos suficiente comida para todos?
Considere esto, con un kilómetro es decir 1.000 metros cuadrados, podríamos alimentar a 3.333 personas, pero vamos a usar 3.000 personas por kilómetro para hacer las matemáticas más fácil.
Lo que significa que se necesitaría 2,333,333 kilómetros cuadrados para alimentar a toda la población actual durante un año.
El total de tierras agrícolas sólo en los EE.UU, es de unos 922 millones de acres de tierra, es decir, hay un total de 3,731,282 Kilómetros cuadrados.
Las tasas de fecundidad están aumentando, los abortos están por las nubes, la anticoncepción está en alta demanda, los medios de comunicacion, el feminismo, ecologismo propulsan sutilmente la reduccion de la poblacion, estamos comiendo alimentos esterilizados y el agua potable con fluoruro, la infertilidad tanto masculina como femenina esta en maximos……Todo esto impide un gran crecimiento de la población.
Con el tiempo vamos a entrar en un nuevo paradigma en el que las personas mayores serán más numerosas que las más jóvenes. Todo esto en 30 años más o menos.
Ecoportal.net
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En 1798, Thomas Malthus escribió Un Ensayo Sobre el Principio de Población. En él, el autor predecía que el índice de natalidad humana superaría nuestra capacidad de producir alimentos conduciendo por tanto a una hambruna masiva.
La erróneas predicciones de Malthus no detuvieron las predicciones igualmente maltusianas del catedrático Paul Ehrlich, de la Universidad de Stanford, algunos siglos después. En su libro superventas de 1968, La Bomba Poblacional, que vendería más de dos millones de copias, Ehrlich advertía que:
La batalla para alimentar a toda la humanidad ha acabado. En los años 70 y 80, centenares de millones de personas morirán de hambre a pesar de cualquier plan de emergencia en el que estemos ahora mismo.
Este timo ha desviado miles de millones de dólares en subvenciones para luchar contra la sobrepoblación.
Según la definición estándar del término, la sobrepoblación humana tiene lugar cuando la huella ecológica de una población humana en una locación geográfica dada excede a la capacidad inherente del sitio ocupado por ese grupo.
Veamos un aspecto de esa descripción, en otras palabras, la densidad poblacional.
Le pongo una prueba al lector: Intente determinar qué país es más rico y más pobre basándose en su densidad poblacional.
La densidad poblacional de Corea del Norte es de 518 personas por milla cuadrada mientras que la de Corea del Sur es más del doble, con 1,261 personas por milla cuadrada.
La densidad poblacional de Hong Kong es de 16,444 y la de Somalia es de 36.
El Congo tiene 75 personas por milla cuadrada mientras que Singapur tiene 18,513.
Juzgando por el PIB de estos países, habría que estar loco para creer que una población más chica lleva a mayor riqueza.
Aquí hay algunos datos sobre el PIB en millones de dólares: Corea del Norte ($17,396), Corea del Sur ($1,411.246), Hong Kong ($320,668), Somalia ($5,707), Congo ($41,615), y Singapur ($296,967).
El mito de la sobrepoblación ha derivado en horrendos programas de control poblacional. El Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas ha ayudado a que gobiernos nieguen a las mujeres el derecho a elegir el número de hijos y el tiempo entre hijos que deseen tener.
El temor a la sobrepoblación llevó a China a poner en marcha su brutal política de un solo hijo. La esterilización forzada es un método de control poblacional en algunos países. Casi un cuarto de millón de mujeres fueron esterilizadas en el Perú.
El gobierno de Estados Unidos, por intermedio del Fondo de Poblaciones de la ONU, está involucrado en programas de “moderación poblacional” a nivel mundial, incluyendo en la India, Bangladesh, Pakistán, Nigeria, México, Indonesia, Brasil, las Filipinas, Tailandia, Egipto, Turquía, Etiopía y Colombia.
Toda la premisa detrás del control poblacional se basa en la lógica fallida de que los seres humanos no son recursos valiosos.
El hecho es que los humanos son lo que el desaparecido Julian L. Simon describió como el recurso definitivo.
Este dato se materializa con esta pregunta: ¿Por qué el General George Washington no tenía celulares para comunicarse con sus tropas y lanzamisiles para hundir a los barcos británicos anclados en la Bahía de Nueva York?
Sin duda, todos los recursos físicos, por ejemplo, las aleaciones de aluminio, cobre, hierro y propelentes químicos, necesarios para fabricar celulares y lanzamisiles, ya estaban disponibles en los tiempos de Washington. En realidad ya existían en la época de los hombres de las cavernas.
Hay una única respuesta para contestar por qué celulares, lanzamisiles y millones de otras cosas existen hoy pero no existían en el pasado.
La expansión del conocimiento humano, el ingenio, la especialización laboral y el comercio llevaron a la industrialización que, combinada con la libertad personal y los derechos de propiedad privada, la hicieron posible.
Los seres humanos son recursos valiosos y
cuantos más haya, mejor.
The dire warnings are everywhere these days about catastrophic climate change, particularly the perils of overpopulation and the burning of fossil fuels.
UTM’s Pierre Desrochers and Joanna Szurmak see it another way. In a new book, Desrochers, an associate professor of geography, and Szurmak, a research services librarian, caution that «population alarmism» and campaigns against carbon will stifle development, innovation and the creativity necessary to solve global problems.
Titled Population Bombed! Exploding the Link Between Overpopulation and Climate Change, the book’s publication comes 50 years after The Population Bomb, by Stanford University biology professor Paul Ehrlich, caused a sensation by predicting imminent environmental collapse followed by mass starvation.
Debunking Ehrlich’s theory started as a policy paper that the two were commissioned to write by a UK think-tank, timed to coincide with that book’s 50th anniversary. Desrochers, who specializes in energy and food policy, expanded the paper into a book along with Szurmak, who is writing a dissertation on human creativity as a doctoral candidate in science and technology studies at York University.
Desrochers and Szurmak write in their book that the predictions of doomsters have not been borne out by reality, and this is not the time to listen to them.
Desrochers notes that «population-growth catastrophism» dates back thousands of years, although it is now mostly associated with the British economist Thomas Malthus, who wrote a book in 1798 warning that population growth would outrun the food supply.
The most successful proponent of this theory in more recent times was Ehrlich, a charismatic speaker who fired up a generation of activists in 1968 with the best-selling The Population Bomb. Indeed, Desrochers says that Ehrlich was such a cause célèbre that he appeared more than 20 times on The Tonight Show with Johnny Carson.
On the other side of the equation was Julian Simon, whose 1981 book The Ultimate Resource decoupled population growth from resource depletion, food shortages and other barriers to progress. Desrochers recalls that after reading a magazine article profiling Simon’s worldview, «I was hooked.» His own research with Szurmak adds more interdisciplinary insights into Simon’s discussion of creativity’s role in reducing the negative impact of development.
«The more people there are, the more brains there are…the more brains there are, the greater combinations of things we can create and we can come up with [as] solutions to our problems,» says Desrochers.
The pessimists meanwhile feel that «people show up, use resources and don’t give anything back,» Szurmak explains, disregarding humanity’s «generative capability,» and the fact that population growth will bring a more diverse knowledge base.
Their book «challenges some sacred cows of the environmental movement,» says Szurmak, who complains that assumptions by environmentalists are flawed, while she and Desrochers are «scrupulously honest about our data and our intellectual commitment to the truth.»
Their support for the burning of fossil fuels is based on their findings that «the cost of energy rationing is greater than the benefit,» Desrochers says, noting that «there are no real-world alternatives» to carbon use, which is the only way to bring one billion of the world’s people out of grinding poverty.
He’s quick to say that he and Szurmak are not pandering to big business or in the pockets of the oil companies. «We’re still waiting for our cheques, which have not materialized,» he quips.
Szurmak, who has a graduate degree in electrical engineering, says that they are not climate skeptics or deniers but are «pro-science, pro-creativity and pro-economic development.»
The authors are working hard to market Population Bombed! but Desrochers says «I think it’s going to be a bit of a slow burn.» They hope to provoke discussion about their theory that «stopping the use of carbon fuels now is about the worst investment we can make in our future,» he says.
Once living standards are better in developing countries, science, technology and creativity will be harnessed to clean up the environment, Szurmak adds. «We are going to innovate out of it.»