¿HIPÓCRATES O MENGELE?

Supongamos que fuesemos reemplazados por nuestra imagen del espejo. Ese ser tendría nuestros mismos componentes, pero, aunque nadie lo notaría, estaría al revés.

A eso los científicos lo llaman Imagen Especular.

La Alemania nazi experimentó la inoculaci0n contra el tífus en gitanos y polacos. «El Estado -explicaba Heinrich Himmler ante la secretaria de Higiene- tiene el derecho, basado en el bien común, de obligar a la población a someterse a experimentos médicos». Lo mismo se hacía en Rusia e incluso en EEUU.

Terminada la guerra muchos de estos médicos huyeron a Argentina, los otros fueron juzgados en Nüremberg, a la mayoría se los colgó, y los menos fueron condenados a cadena perpetua.

Pero apenas cumplieron 6 años, ya que la industria farmacéutica hizo presión para que les redujeran la pena.

Gerhard Rose y Heinrich Mückter fueron a trabajar a la farmacética Grünenthal.

En 1953 el químico Wilhem Kunz sintetizó la Talidomida. Un fármaco muy eficiente para curar alergias, lepra y para reducir la náuseas en el embarazo.

Se lanzó al mercado global sin haber completado los tiempos de experimentación. «Es tan segura como los caramelos», dijo Mückter.

Y lo era, en su versión real, pero por algún motivo todavía desconocido, los cientificos lanzarón su versión especular. La molécula tenía exactamente los mismos componentes, pero en espejo, dada vuelta.

Esa versión, llamada R (por right, derecha) provocó que 30.000 niños nacieran sin brazos ni piernas.

No fueron millones gracias a dos médicos de verdad, dos héroes que se enfrentaron a la Farmafia y los Gobiernos.

A la Dra. Frances Kelsey, de 24 años, se le pidió autorizar la venta de dos millones de pastillas en Estados Unidos. Es un trámite, le explicaron. Pero se olió algo raro, primero porque no había suficientes estudios sobre su peligrosidad, y también por el hecho que le endosaran tanta responsabilidad a una médica recién titulada y contratada hacía días en la FDA. Se pensaron que seria más permeable a las sugerencias.

El otro héroe fue el médico español Claus Knapp, quien se dedicó a saquear las gabetas de los botiquines de todos los padres de hijos deformes, hasta encontrar lo que tenían en común. La Talidomida.

Cuando ya tuvo 30 casos se comunicó con la empresa. Le pidieron los datos de esos padres, y se negó a darlos, alegando que podían ser comprados o presionados por el laboratorio. Tampoco se los entregó al gobierno español, quien otorgaba y otorga inmunidad a los laboratorios. Ningún niño español fue indemnizado jamás por esto.

Knapp dormía con una pistola Mauser bajo su almohada, y cada día cambiaba el recorrido a su trabajo. Temía que lo matasen antes de que la verdad fuera reconocida.

Pero la noticia ya corría como reguero de polvora por el subsuelo del mundo médico. Lenz, un médico alemán, reunió 1200 casos. Finalmente la revista científica The Lancet cedió y publicó la investigación.

Francis Kelsey fue condecorada por el presidente Kennedy, y Knapp, hoy con 90 años, sigue trabajando e investigando en pediatría.

Desde marzo de 2020 vivimos en una versión especular del mundo. Todo ha sido dado vuelta, están invertidos todos los valores.

El Escenario diseñado durante años se está cumpliendo:

Los sanos son enfermos, y los enfermos sanos, los experimentos con » inoculaci0ns» actuales dejan a Menguele como un principiante, los médicos que se atreven a denunciar son encarcelados o despedidos de sus trabajos.

Todas las libertades, resultado de miles de años de evolución de la sociedad humana, han sido eliminadas, el sentido común es hoy delito. Ya no necesitan campos de concentración para experimentar, todo el planeta es un campo de concentración sin alambradas. Los guardias y verdugos son los mismos vecinos.

Para el 2030 no tendrás nada, pero serás feliz, dice la Agenda, una felicidad asegurada con medios químicos.

Vamos a inoculaci0nr hasta reducir al población a 500 millones, dice el creador de software, excitado de ver como se cumple su distopía.

Las vacas observan asombradas la obediencia bovina de las masas humanas.

Médico, elige, o eres discípulo de Menguele o de Hipócrates y Knapp. No te dejaron un lugar para los tibios.

Abogado, elige, o estás son la Constitución y los Derechos, o con la Dictadura Sanitaria Global.

Ciudadano elige, o luchas con todas tus fuerzas contra la dictadura sanitaria global, o te aseguro que en el 2030 no habrá droga lo suficientemente poderosa para mantenerte feliz.

Horacio Rivara.



Nota Original