Han estado puro experimentando durante el 2021
Como no es una pandemia, la gente no muere en la calle. Hace más de un año el diario británico ‘The Guardian’ publicó una foto de un hombre fallecido por coronavirus en la ciudad china de Wuhan. Desde que comenzó todo esto, sólo sabemos que las personas fallecen únicamente en los hospitales.
Otra cosa interesante. Un grupo de profesionales chilenos descubrieron que al encender el bluetooth, aparecían esto números en dispositivos poco usados en un bus: 58:AA:63:75:6B:00, 5D:BF:6F:78:46:BF. Serían el número de las in0culaci0nes. O sea, una nanopartícula.
Sigue la dictadura sanitaria de Piñera con el 80% de la población vacunada y con pocos contagiados. Esto último se debe a que tanto la CDC como la OMS bajo los ciclos del test PCRs, porque los vacunados estaban dando positivos. Lo que significa que la mencionada prueba es un fraude.
Sigue la nueva normalidad. Siguen las mascarillas. Siguen los aforos. Y, por último, siguen el pase de movilidad como el estado de excepción. Ambos son inconstitucionales.
Bajo el pretexto de una falsa pandemia, han violentado los derechos humanos a la vida y a la libertad a los chilenos. Y podemos agregar, que el pase de movilidad todavía vigente es una trasgresión a esos derechos. Igualmente, es una violación el certificado de vacunación internacional conocido como Pasaporte Verde que quieren imponer. No se puede viajar un país extranjero a menos que cuente con las in0culaci0nes y se tenga el PCRs negativo. Un ser humano con conciencia se preguntará, ¿por qué me tengo que hacer el test si estoy vacunado?
Sebastián Piñera, el ministro de salud y la subsecretaria de salud tienen que terminar sus días en la cárcel por haber violado el código de Ética de Nüremberg de 1947 y tratado de Bioética del 2005. También agregaría al doctor Jaime Mañalich, quien negoció con las farmacéuticas para que los chilenos fuesen cobayas.
El mismo ministro de Salud, Enrique Paris dijo 28 de julio que las mal llamadas in0culaci0nes son voluntarias, porque fueron aprobadas en uso de emergencia: «Estas in0culaci0nes contra el ç0v1d-19 fueron aprobadas como una excepción, no como se hace normalmente con una vacuna que se demora años en ser estudiada y aprobada, por lo tanto a nivel mundial la OMS no recomienda que se obligue a utilizar la vacuna». Todas, sin excepción. Sin embargo, él insiste en el pase de movilidad. ¿Alguien puede entender esa incongruencia?
También dijo que había que respetar los derechos del paciente: «En Chile existe la ley de derechos y deberes de los pacientes, y los pacientes tienen también que ser respetados». De nuevo el ministro se contradice. En occidente y en otras naciones que son otra cultura no se ha respetado tales derechos. Yo como paciente pido otro tratamiento. La Organización Mundial de la Salud no les ha ofrecido terapias alternativas a las in0culaci0nes, cuando las hay.
Enfatizó que la mal llamada vacuna fue autorizada en uso de emergencia: «Nosotros no podemos obligar a las personas a vacunarse, como dije, porque es una vacuna que fue aceptada o aprobada en emergencia».
Dijo que los empleadores no podían obligar a sus empleados a vacunarse. Aquí vemos el Minsal se lava las manos: «los empleadores no pueden exigir esa vacunación obligatoria a sus funcionarios bajo su cargo. Esa no es una recomendación ni ha sido una orden emitida desde el Ministerio de Salud ni del de Trabajo». No pueden, sin embargo, pueden, ya que el ministerio del Trabajo no se pronuncia.
Recuerden que los empresarios y comerciantes aplaudieron la iniciativa del pase de movilidad. La realidad es que los dueños de empresas han obligado a sus empleados a vacunarse. El hecho de los empleadores ponga la disyuntiva entre vacunarse o perder el trabajo como se ha dado en todas partes del mundo, significa que no confían en las in0culaci0nes.
El presidente Piñera con sus palabras nos ilustra que desconfía de las in0culaci0nes: “La vacuna es voluntaria, pero tenemos la obligación moral de vacunarnos, porque no solamente protegemos nuestra salud. Si nos vacunamos ponemos en riesgo la salud de los seres que más queremos”.
¿Por qué el ministro de Salud no rayo la cancha antes de iniciar a vacunación masiva a sabiendas que son fármacos experimentales? El doctor Enrique Paris se quiso lavar las manos tal como Poncio Pilatos. Por tanto, la responsabilidad recae en quienes optaron por vacunarse. Lo más probable, si el Piñera o el ministro hubiera sido claro desde un principio, el presidente de la república no se hubiera pavoneado ante el mundo con la cantidad de gente vacunada. Otro engaño.
¿Por qué Paris a cada rato cambia la población objetivo, esto es, e porcentaje de personas vacunadas? Primero, el 50%, luego el 60%, el 70% y finalmente, el 80%. No conforme con ello, quieren llegar al 86%, sino al 90%. El objetivo del gobierno es vacunar toda la población del país. Eso significa eliminar la inmunidad natural.
Según la campaña de vacunación que hizo el ministerio de Salud, los vacunados protegían. Sin embargo, no es así. En vez de citar un estudio en que muestra que los vacunados contagian, prefiero apoyarme en lo sucede en el penal Punta Peuco. Tanto los médicos oficialistas como los disidentes no se han dado cuenta. El presidente de la República dijo antes de empezar la vacunación masiva que la prioridad eran los trabajadores de la salud, las fuerzas armadas y los reos.
Alguien que frecuenta ese penal lo describe así:
“Los presos del penal desde hace alrededor de dos años, cuando comenzó la epidemia, están incomunicados del mundo exterior, virtualmente, sin visitas y las salidas muy restringidas –ahora se suspendieron todas a tribunales –y los mismos presos no quería salir, pues aun cuando estuvieran un par de horas fuera, sea en el juzgado, en el dentista o el médico, al volver tenía que permanecer dos semanas aislados de todos los demás
.El contagio se inició por una visita, la cual excepcionalmente fue autorizada a visitar a un familiar muy cercano del módulo 1. Pese a que portaban los certificados que acreditaban las dos in0culaci0nes, igual fue sometido a un examen y tres días después llegó el informe que arrojaba positivo.
Las muy escasas visitas (esposas, hermanas, hermanos o hijos) ingresaban a una sala donde estaban solamente 3 personas, ellos dos, y un gendarme. La visita y el visitante no se podían besar, acariciar o tomar sus manos e incluso estaban sentados en lados opuestos de una mesa, además de chequeados que estaban sanos. Pese a ello ocurrió el contagio”.
Se desprende que el test de PCRs es un fraude. El distanciamiento social tampoco sirve. Ya han fallecido dos personas a raíz de la visita. Si le hubieran dado el tratamiento adecuado, no hubieran muerto
Por tanto, es inútil el pase de movilidad y el pasaporte verde como todas las otras medidas que hemos visto.
Lo ocurrido en Punta Peuco refuta las palabras de Piñera: “Como pueden ser tan porfiados de que no comprenden que al vacunarse, no solamente pone el riesgo su vida, sino que ponen en riesgo la vida de todos alrededor de ustedes”. La visita estaba vacunada.
El gobierno dispuso de los chilenos como cobayas, la Pontificia Universidad Católica de Santiago junto el laboratorio Sinovac van experimentar con 4000 niños sanos. El experimento más grande del mundo.
Un medio informa que en Chile hay más de 36 millones de in0culaci0nes contra ç0v1d de casi todas las marcas.
La Organización Mundial de la Salud ha dicho que no es necesario vacunar a los niños y adolescentes de 3 y 12 años. Y que no es necesaria una tercera dosis. Este gobierno escucha lo que le conviene. Lo mismo sucedió el año pasado, cuando dicha institución dijo que las cuarentenas o confinamiento no servían y que el bicho era de baja letalidad.
El hecho de quieran inocular a los niños es una prueba más que no saben distinguir entre un ser humano sano de uno enfermo.
El año pasado los “expertos” habían afirmado que sólo era una vacuna. Los mismos científicos chilenos sostienen que hay poner una tercera dosis, según «nuevos estudios». En febrero del 2021 el no médico y multimillonario Gates había dicho que era necesaria una tercera inoculación.
Hay que seguir experimentando.
Javier Bazán