El progresismo: Poco a poco, por etapas, colonizando las mentes
Sumerge una rana en una olla con agua hirviendo: se escapará.
Introdúzcala en agua fría y caliente la olla a fuego lento: la rana se irá acostumbrando al aumento de temperatura y permanecerá tranquila hasta que hierva.
Yendo paso a paso, paso a paso, llegamos al resultado: dominar las impresiones de la rana.
Con este método se pueden cambiar las sensaciones, los sentimientos y las opiniones.
Hoy en día, el canibalismo es rechazado.
De hecho, esta práctica se considera inmoral y reprobable en nuestra sociedad. El canibalismo es impensable.
Para hacer cambiar la opinión pública, se empieza por transformar este tema en una cuestión científica. Los científicos hablan de ello, se organizan conferencias y simposios en torno al canibalismo. No olvidemos que la ciencia no debe tener límites de investigación. El canibalismo de hecho deja de ser un tabú absoluto. Se convierte en algo pensable. Se crea un pequeño grupo pro-canibalismo que interviene en los medios de comunicación.
El canibalismo, por lo tanto, entra en el debate público. Gracias al aura científica que le han dado los científicos, quienes se oponen a cualquier debate sobre este tema son considerados contrarios a la ciencia. Para facilitar el debate, se cambiará el vocabulario. En lugar de canibalismo, se hablará de antropofagia. Así las connotaciones negativas asociadas a la palabra canibalismo serán suavizadas.
Se trata ahora de modificar el juicio de principio sobre el canibalismo. De algo que en principio es inaceptable, debemos pasar a una práctica «razonable». El consumo de carne humana tiene su justificación; por ejemplo, en caso de hambruna, tal comportamiento parece legítimo. En efecto, el hombre busca su propia conservación, y en un caso extremo debe ser capaz de alimentarse de todo.
Además, los «antropofágicos» se declaran pro-elección, defensores de una libertad fundamental.
Si es necesario, la comunidad científica, junto con los medios de comunicación, podrán aportar pruebas de que la historia está llena de ejemplos de antropofagia, la cual no suponía un problema para las sociedades primitivas.
Los incondicionales de la idea son, por su parte, criticados perpetuamente por su posición. Son denominados antropofágicos, y para acallarlos, se propone la creación de un delito de antropofagiafobia.
Se trata ahora de hacer popular, incluso deseable la práctica defendida.
Esto se hace a través de canales de difusión cultural como películas, series de televisión, periódicos, publicidad….. En el caso de la antropofagia, las películas de zombis pueden adquirir un nuevo significado.
Después, los grupos de presión buscan la aceptación social a través de los partidos políticos. En el caso del canibalismo, se planteará la cuestión de la legalización. En este caso, la posibilidad de crear un nuevo mercado para el consumo de carne humana directamente o a través de productos derivados podría reforzar la posición de las corrientes antropofágicas con la ayuda de la industria agroalimentaria.
«Muchos de los que antes veían la legislación sobre el tema como algo inverosímil, ahora la verán simplemente como algo peligroso, o incluso simplemente difícil. Y así, con el tiempo, llegará a verse como una posibilidad, luego como algo probable, y finalmente se convertirá en una de las pocas medidas que el país necesita absolutamente. Así es como se forma la opinión pública. «(Anthony Trollope)
Mientras tanto, el hombre de hoy.
Así se procedió con el matrimonio gay, precedido del Pacs (Pacto Civil de solidaridad) y el delito de las declaraciones homófobas, seguido del PMA (Procreación Médicamente Asistida) para todos; todo ello considerado impensable hace 30 años. Este proceso sigue evolucionando para conseguir la aceptación definitiva del transgenerismo.
La eutanasia está en camino.
Se comenzó destacando los costosos tratamientos implementados para los enfermos incurables, y luego se pasó por resaltar la inutilidad del «implacabilidad terapéutica». Luego se exploró la idea de la «sedación profunda», hasta llegar al «derecho a morir con dignidad», antes de que el coste de los ancianos enfermos se planteara para justificar, en nombre del equilibrio del sistema de seguridad social, la introducción de inyecciones que se calificarían de «liberadoras».
El aborto ha seguido un camino similar, desde la «excepción en caso de violación o incesto», pasando por «en caso de malestar psicológico» hasta el «derecho fundamental» e incluso el «valor europeo», para ser hoy un método anticonceptivo común, reembolsado por la seguridad social.
Así funciona el progresismo.