Benedicto XVI y la cuestión de la “Sede Impedida”
Bajo el manto de silencio de los medios de comunicación generalistas, se está librando una verdadera “guerra antipapal” llevada adelante por canonistas, teólogos y juristas de varios países, fieles únicamente a Benedicto XVI.
“El Papa es uno solo”, repite Ratzinger desde hace ocho años, sin explicar nunca cuál de los dos es, como ha confirmado recientemente (sin querer) el arzobispo Gaenswein. La tesis de la señora abogada Acosta, publicada en marzo en el libro Benedetto XVI: papa emerito? [Benedicto XVI: ¿Papa emérito?], no ha sido desmentida: el canon 332 parágrafo 2 exige para la abdicación del Papa la renuncia al munus (título divino) mientras que Ratzinger, en su Declaratio del 11 de febrero de 2013, declaró que renunciaba al solo ministerium, al ejercicio activo.
Acosta y el jurista Sánchez (de la Universidad de Sevilla) afirman que “Benedicto XVI no abdicó nunca, siguió siendo el único Papa. Francisco es un antipapa, los cardenales nombrados por él no son válidos y elegirán otro antipapa”.
Pero ahora el enfrentamiento final es entre latinistas, por un único verbo: “vacet”. El Vaticano, que ya en las traducciones de la Declaratio había eliminado la dicotomía munus/ministerium, informando solamente el “ministerio”, ha traducido “vacet” como “sede vacante”. Legítimo, pero el latinista Gianluca Arca explica que, en sentido literal, significa “la sede queda libre”. Lo confirman dos latinistas (“neutrales”) de [la Universidad] La Sapienza -los profesores Ursini y Piras-, hasta el punto de que Cicerón escribe: “Ego filosophiae semper vaco” – “Siempre tengo tiempo libre para la filosofía”.
Así pues, quedan tres conceptos clave de la Declaratio de Benedicto: 1) Dado que ya no tengo fuerzas para ejercer el poder práctico (ministerium) declaro que renuncio a él, 2) por lo que la sede de San Pedro quedará LIBRE (no “vacante” en el sentido jurídico) a partir de las 20 horas del 28 de febrero. 3) Y declaro que el próximo nuevo Pontífice debe ser elegido por un cónclave convocado “por aquéllos a quienes les compete”.
Leída así, la Declaratio, de “renuncia” canónicamente problemática se transforma en una declaración – no jurídica, pero coherente – de “Sede impedida”, según el canon 412: “Se considera impedida la sede episcopal cuando por cautiverio, relegación, destierro o incapacidad, el Obispo diocesano se encuentra totalmente imposibilitado para ejercer su función pastoral en la diócesis, de suerte que ni aun por carta pueda comunicarse con sus diocesanos”
¿Es plausible? Vatileaks y la destitución sumaria de Gotti Tedeschi cuentan cómo, al final de su pontificado, Benedicto tuvo grandes problemas para hacerse obedecer y no pudo comunicarse por carta, ya que su correo privado fue robado y filtrado.
De hecho, el 28 de febrero de 2013, subió al helicóptero y dejó físicamente libre, vacía, la sede de San Pedro, para ir a Castel Gandolfo. Desde allí se despidió del mundo a las 17.30 horas, pero al filo de las 20.00 horas no firmó ninguna renuncia al ministerium, como explica el teólogo Pace: ¿quizás porque hubiera sido un acto jurídico inválido? A partir de ese momento, la sede impedida habría comenzado y los enemigos de Ratzinger podrían haber hecho lo que quisieran con la sede de San Pedro.
Arca y Sánchez coinciden: “Así se explica esa extraña frase ‘el cónclave tendrá que ser convocado por aquéllos a quienes le compete’. ¿Por qué no dijo simplemente ‘por los cardenales’? Consciente de que la sede sería usurpada, Ratzinger especificó que, en todo caso, el próximo Papa verdadero deberá ser elegido sólo por los verdaderos cardenales, es decir, por los nombrados por los Papas verdaderos, él y Juan Pablo II, y no por eventuales usurpadores”.
Todavía no ha habido respuesta del Vaticano, que durante dos años ha optado por no comentar el asunto, limitándose a excomulgar a los sacerdotes leales a Benedicto sin un juicio canónico.
Pero la “sede impedida” explica una cantidad de rarezas, como cuando Ratzinger escribió en Últimas conversaciones: “Dado que en mil años ningún Papa había dimitido y que en el primer milenio hubo solo una excepción”1. Dado que en el primer milenio abdicaron seis Papas y cuatro en el segundo, su caso se asemeja, como confirma el historiador Mores (de la Universidad de Milán), a la “excepción” del Papa medieval Benedicto VIII quien en el primer milenio fue enviado al exilio por un antipapa y, por lo tanto, tuvo – por casualidad – la sede impedida. También es significativo que la institución del Papa emérito se considere ahora inexistente, hasta el punto de que -informa el sitio web IlGiornale.it- en el Vaticano se está trabajando (ahora) para encontrar una jurisprudencia al respecto. ¿Qué ha sido Ratzinger durante ocho años? Esto explicaría su túnica blanca, las demás prerrogativas papales de las que sigue disfrutando y esa extraña ambigüedad que perdura en sus declaraciones y entrevistas, lo que sugiere una incapacidad para comunicarse con claridad, debida precisamente a la sede impedida.
La sospecha -muy seria- es que en realidad el papa Ratzinger ha estado comunicándose sutilmente a través de libros y entrevistas desde hace ocho años, sin que nadie captara sus mensajes lógicos ocultos bajo aparentes incoherencias. ¿Es posible que el adamantino y cultísimo teólogo, después de 2013, haya olvidado el latín, el Derecho Canónico, la historia de la Iglesia, mientras sigue escribiendo libros y concediendo profundas entrevistas? ¿Y que todas estas distracciones conducen siempre al mismo escenario de sede impedida?
El último descubrimiento lo hizo un periodista de RomaIT, Mirko Ciminiello. De nuevo en Últimas conversaciones, Ratzinger admite que él mismo podría ser realmente el último Papa de la lista de pontífices de San Malaquías: prácticamente no considera a Francisco como su legítimo sucesor.
Si Benedicto no ha abdicado, de hecho, las líneas de sucesión están separadas para siempre: una papal y otra antipapal, y si los cardenales no resuelven la cuestión canónica sobre su Declaratio, la verdadera Iglesia continuará en la clandestinidad, con un próximo y verdadero líder espiritual sucesor de Benedicto XVI, mientras que la Sede oficial se perderá, quedando en manos de una nueva iglesia eco-masónica-globalista que no tendrá nada que ver con el catolicismo romano. Al contrario.
Andrea Cionci
https://www.marcotosatti.com/
Traducción José Arturo Quarracino